“No necesito disfraz/ aquí está mi cara/ hablo por mi diferencia/ defiendo lo que soy/ y no soy tan raro.” Estas palabras de Pedro Lemebel en su Manifiesto (Hablo por mi diferencia) representan el gesto estético que atraviesa a los documentales de este programa: la afirmación radical de la existencia de unos personajes que se niegan a desaparecer, que se niegan a dejar de incomodar y que resisten, altivos, ante un mundo en donde todo se vuelve cada vez más uniforme, en dónde la diferencia se acepta solo si puede ser domesticada y vendida. Estos retratos heterogéneos son a menudo incómodos, otras veces conmovedores, pero en todos ellos la vitalidad de los personajes es demasiado grande, incluso para los límites de la pantalla.