Los chorros de luz que emanan los cascos mineros son un elemento poderoso, tan poderoso como sus brazos, sus picas, sus palas o los cartuchos de dinamita. En esta batalla contra la oscuridad, la amenaza es constante y se reafirma con la estrechez, el hacinamiento y la atmósfera densa. Cuando los mineros rompen el vientre de la tierra, dejan en cada golpe fragmentos de vida en las profundidades. A pesar de la afabilidad y la camaradería, sus rostros no fingen, son cartografías del dolor. En contraste, un grupo de jóvenes colegiales tratan de descifrar el significado de un mapa y su propio futuro: el destino los conduce a las fauces de la mina. Esta película une con delicadeza, la luz cándida de la juventud, cargada de esperanzas y temores, con una sombría adultez dedicada al trabajo en las minas, que desde tiempos inveterados son parte fundamental de la vida potosina.

Reseña: Andrés Pedraza