NACIONAL

Si bien no fue boyante la producción recibida en especial de largometrajes, esto tuvo su revés en la calidad, ante todo por la diversidad de tratamientos y temáticas.

Hay en la selección claros ejercicios de estilo que  utilizan  sistemáticamente dispositivos híbridos, pero pareciese también que la mayoría no se ata o se deja limitar por la forma. O al menos por  estéticas clásicas, aparecen entonces trabajos que con una deliberada intención de descuido al filmar terminan por refrescar los relatos.

Prevalece la intención manifiesta en los últimos años de explorar universos próximos al autor como el familiar, pero entrando a cuestionar las carencias en el ejercicio de la maternidad o la paternidad o incluso relacionados con su  devenir existencial, en un ejercicio transgresor y provocador. Uno de ellos hace un singular relato donde la violencia política es vista desde la perspectiva de un familiar de la víctima.

Hay también ejercicios sistemáticos con el arte como el de  un proceso de creación plástica, la memoria de la obra de un artista emblemático, la eclosión de la música en el carnaval de La Habana,  la escena del blues bogotano y otro  de la recuperación del trabajo de una fotógrafa casi desconocida.

Quizás lo más significativo es la presencia de trabajos que involucran universos regionales de la costa Atlántica, Bucaramanga,  Antioquia y la Sierra Nevada de Santa Marta, poniendo en escena la idiosincrasia y singularidad de personajes auténticos aún en medio de dramas asociados o relacionados con la violencia armada. En este contexto hay nuevos ejercicios como el relato en la doble condición de víctima y actor armado de un militar activo.

Nos parece que esta muestra refleja también  las dificultades financieras que persisten para el documental en especial los proyectos de autores con trayectoria y proyectos de envergadura, cuando los estímulos que aporta el FDC para ello (prácticamente los únicos en el ámbito nacional) son de lejos insuficientes.  

 

 

ESPEJOS PARA SALIR DEL HORROR

 

Lamentablemente Colombia ha sido un país en el que la violencia en sus diversas formas se ha instalado de manera permanente y cotidiana entre sus habitantes, es por ello que varias generaciones de colombianos han convivido con ella desde la infancia hasta la vejez. Esta singular habitualidad ha ocasionado una suerte de subjetivación de la violencia, a ella se le atribuyen innumerables hechos, ya sea que ocurran en el campo o en la ciudad, y su repetición, paradójicamente, ocasiona su invisibilidad. Existe la conciencia de que estos hechos ocurren, pero al ser tantos y tan repetitivos pierden toda su importancia, incluso su gravedad, y nosotros, espectadores y partícipes de este teatro macabro, padecemos una ceguera, debido a la reiteración de sus actos y también de sus formas. Esta ceguera colectiva, también es causada, por la proliferación de discursos confusos (muchas veces mentirosos) acerca del “sujeto” violencia y de sus características cotidianas, pero que siempre obvian (u ocultan) que esa violencia es perpetrada por alguien y favorece a alguien, en cada hecho violento hay intereses de diversa índole que son desconocidos, y que a su vez son perpetuadores de esa violencia.

En la sección Espejos para salir del horror se agrupan películas documentales que dan cuenta de las complejidades detrás de algunas de estas historias en Colombia, y que suelen recaer sobre un individuo, una familia o una comunidad. Parte de ellas registran historias que constituyen un reflejo de la realidad cotidiana, desconocida para la mayoría, sobre acontecimientos ocurridos en zonas rurales o apartadas de Colombia, en el marco del conflicto armado y de la violencia asociada al narcotráfico. La ceguera colectiva, también configura el imaginario de que la violencia que ocurre a lo largo del país es distante y no le incumbe casi a nadie, situación que también contribuye a su invisibilidad. Es por ello que en algunas películas aparecen víctimas, testigos o poblaciones vulnerables de los que nadie había escuchado antes. Hay una interesante novedad un relato construido  desde la perspectiva de un militar, en su doble condición actor armado y víctima.

En esta selección también se han incluido películas –que no entran en competencia- sobre hechos violentos ocurridos en otros países, con los cuales pueden establecerse relaciones en cuanto a las formas y la complejidad de ciertas situaciones, pero sobretodo a la capacidad de los seres humanos de reponerse ante la barbarie. Si hay algo común entre algunas de estas historias, es la esperanza y el aferro sobrenatural a la vida que puede brotar en los seres humanos que han padecido cualquier tipo de violencia.

 

Equipo Curaduría

Marta Hincapié · Kalia Ronderos · René Palomino · Gustavo Fernández