Es significativo que el epígrafe de este trabajo sea una cita del pintor surrealista Max Ernst: en una furgoneta convertida en cámara oscura, Alexander Jojoa, excombatiente de las FARC, no solo narra su historia a través de hechos y anécdotas, también evoca los espantosos sueños y experiencias sobrenaturales que aún hoy lo persiguen. El ojo que mira afuera proyecta las imágenes que distorsiona el ojo que mira adentro: el testimonio de Jojoa recubre las montañas, la carretera, un pueblo y una ciudad con la bruma de una vida pasada que no termina de disiparse, con los vestigios de la guerra y el terror que históricamente han atravesado el campo y se rehúsan a desaparecer.
Reseña: Andrés Suaréz